sábado, 17 de octubre de 2009

Reseña de 10 de octubre

VISITA DE LA VIRGEN DE ZAPOPAN
AL MERCADO CORONA.
VIERNES 10 DE OCTUBRE 2009
4:15 PM- 5:30PM

La segunda visita como "antropóloga" al mercado Corona la hice ayer, viernes; eran como las 4 de la tarde cuando pasé por mis viejos barrios, por la esquina del puesto de doña "Lonches" en la calle Garibaldi y Contreras Medellín.

Caminando hacia el lugar un recuerdo, casi lejano, se iba resolviendo a cada paso, el recuerdo de haber vivido ahí... alrededor los preparatorianos jugando con un balón de fútbol americano, coqueteando, finjiendo que son; enfrente los milicos, guácala, prefiero desviar mi atención a los puestos de gorditas.

Paso a la próxima cuadra, calle Zaragoza de San Felipe a Juan Manuel,todavía recordando en vivo... el merequetengue de las tiendas naturistas con sus remedios para adelgazar, las señoras con su mandado rezagado, el tráfico toreado por los expertos "urbanitas" y sus melodías concretas, gritos ofreciendo mercancías, chicas regalando muestras de fibra, el puesto de lotería nacional y algo diferente, se oye la música de un conjunto tradicional "de pueblo".

Son como 6 señores de 50 años en la calle de Zaragoza, entre Juan Manuel e Independencia; una alfombra de alfalfa y aserrín pintado (de rosa mexicano y amarillo mostaza) con algunos pétalos como de claveles blancos se extiende desde este punto hasta la calle de Hidalgo, dibujando sagrados corazones en la calle; a través de ellas se alzan arcos de madera de 2 metros y medio de alto  (uno en la primer cuadra, de Juan Manuel a Independencia; tres arcos de  Independencia a Hidalgo) decorados con alfalfa y flores, principalmente claveles blancos y rojos (según recuerdo) con mensajes en lo más alto: "BENDICE MI NEGOCIO", "BENDICE NUESTROS NEGOCIOS". Limitando el paso de las aceras, a ambos lados de la calle, se extienden lazos hasta las esquinas.

Los citadinos se dan un momento para husmear en ese hoyo que interrumpe  la cotidianidad, rompen por unos instantes el continuum de su tiempo-atención para prestarse al ritual de la visita de la Generala.

{...}

Doy dos vueltas alrededor; en la esquina de Santa Mónica e Independencia hay una "alfombra" diferente, no tiene alfalfa, es toda rosa mexicana con motivos en amarillo (también de aserrín, de los mismos tonos antes referidos) y detalles en blanco (también de pétalos de claveles), no recuerdo haber visto arcos en esta parte. Hay varias personas sentadas en las aceras con atención al hombre que termina  de confeccionarla con "esténciles" metálicos, preguntando cuánto falta para que llegue la virgen.

El mercado está cerrado, se pueden ver algunos dependientes dentro, esperando. Algunos de los puestos que están sobre la acera del mercado atienden a las personas que les piden tacos, frutas, pan; se apilan en los espacios ahora más reducidos que lo que suelen estar.

Algunos locatarios se afanan barriendo y acomodando más "alfombras" de alfalfa y pétalos en los pasillos internos del mercado, menos elaboradas que las de afuera. Hay adornos de lona plástica azul cielo y blanco en todos los pasillos del mercado, algunos "picados" con figuras de la virgen que me sorprenden porque, a pesar de no estar elaborados con precisión, transmiten su mensaje claramente. {...}

 Hay expectación. Los vendedores de a pie, que generalmente no se encuentran en esta zona, aparecen con múltiples juguetes: de hule espuma, globos-pelotas gigantes, huevos con confeti; hay manzanas con caramelo y cocos frescos; una mujer ofrece tiras de manta con lentejuelas para la cabeza que muestra en una cabeza de maniquí; se venden rosarios y calendarios con imágenes religiosas y un panfleto de "La Señora de la Paz" (¿o era "La Reina de la Paz?) que no me fue ofrecido. {...}

Se oyen voces diciendo que ya venía (la virgen), que iba a entrar por la calle de las frutas (Zaragoza-Juan Manuel), por lo que me traslado para allá.

En la esquina del Coppel encuentro un lugar de primera fila, las dependientas están llamándose para ver lo que pasa; un policleto cruza rápida y abruptamente la misma Zaragoza alfombreada desafiando al conjunto musical que estaba amenizando y recibe un claro pero no "mal educado" silbido general de desaprobación. Éste hecho es digno de atención {...},
  • el policía rompió un espacio sagrado, pero que al final está en un contexto específico (un sistema de gobierno que le da autoridad a los policías, un tiempo en el que las costumbres religiosas no son tan fuertes políticamente en sí, aunque le den fuerza a sus dirigentes institucionales) por lo que fue sancionado pero no tanto como, tal vez, lo fuera en otro tiempo; 
  • por otra parte, los silbidos (desaprobación, castigo medido) no fueron del tipo "chinga tu madre" aunque las personas que lo expresaron son las que suelen estar ahí y suelen hablar y chiflar en estos tonos, las personas mediaron su respuesta por el ambiente "sagrado" del que participaban.
El policleto derrapó su bicicleta para frenar en la esquina, a dos ó tres metros de donde me encontraba. Habló a su compañero y empezaron a preparar el tráfico de vehículos para la desviación. Su matrícula era "CICLO 110".

Comienza la procesión. Primero pasa un jetta (o algún modelo parecido) azul metálico con múltiples acompañantes a pie alrededor, tocando el auto con una de sus manos. Parecen monjas y "laicos" (no estoy segura del nombre de las personas que colaboran en los ritos católicos, sin rango de sacerdote o monja, con prerrogativas que los demás fieles no tienen). Un sacerdote de blanco lleva un megáfono con grabaciones. En ese momento no vi imagen, no vi a la virgen, creo que iba ahí.

Dos metros después, siguiendo el lento peregrinar, una escolta de jóvenes, con la bandera de México, pantalones y corbata azul marino, camisa blanca, algunos con un "pin" insignia del escudo de la virgen de Zapopan en la camisa o corbata. Eran acompañados por el estruendo de una banda de guerra multigeneracional, el más pequeño de sus integantes tendría unos 8-9 años y los más grandes 3 mujeres y un hombre que pasaban los 40 (incluso, el señor, más que 50); aproximadamente eran 36, los primeros 22 eran hombres y mujeres con tambores, el resto sólo hombres con 2 trompetas (distinguidas con hilos gruesos azul y blanco) cada uno. sus uniformes son semejantes a los de la escolta, con excepción de las mujeres que llevan faldas corte "A" hasta las rodillas y largas calcetas blancas. Los miembros de la banda también llevan pins metálicos del escudo de la "generala".

Las personas contemplan con diferentes estados de ánimo. Algunas están atentas, una señora en primera fila lee su hoja de "La Señora de la Paz". {...}

Inmediatamente sigue un desfile de escoltas diferenciadas: una de jóvenes hombres (de 17 a 24 años) portando una bandera con el escudo de la virgen homenajeada; una de niños varones (de 7-9 años) que causa sorpresa y ternura, lleva una bandera con la imagen de esta misma virgen; enseguida una escolta de mujeres (con un rango de edad más amplio, es difícil precisar, pero tal vez sea de 17 a 35 años) que portaban una bandera de la virgen de Guadalupe. Justo detrás de ellas una formación de 50 niñas, jovencitas y mujeres, tal vez más. Todos y todas con el mismo uniforme azul marino y blanco.

Es curioso notar que, de las banderas, los elementos más abstractos para el acto (bandera de México y escudo de la virgen) eran portados por "hombres"; en cambio las imágenes de las vírgenes, por niños y mujeres. También es importante hacer notar que, aunque en estos contigentes las mujeres eran mayoría sólo eran parte de una escolta. Me pareció que fuera una forma de ver la sociedad: hombres, más hombres, niños (niños varones), mujeres (todas las mujeres).

En ese momento decido moverme para buscar a la virgen. Uno de los policletos que estaban en la esquina antes mencinada también decide moverse, adelante de mí va una chica con un bebé en brazos, el policleto tropieza con todo y bici justo a 30 ó 40 centímetros de la chica, la bicicleta se eleva en toda su longitud casi sin control pero siempre con la llanta trasera en el piso. Desde mi perspectiva parece peligroso para la chica y el bebé, pero ella sigue de frente y el policía, en una maniobra infinita de 7 segundos, se desespera, creo que se hizo algunos raspones, incluso alguna que otra cortada, pero sólo lanza "puta- madres", ¿será el mismo que cruzó irrespetuosamente la Zaragoza sacralizada?,  no alcanzo a ver su matrícula, sólo veo una bolsa del equipo de fútbol América en su bici. Él sigue putamadreando al mundo y yo, con no poco temor de convertirme en alguno de los objetivos de su furia, paso de largo.

Llego de nuevo a la esquina de Santa Mónica e Independencia,  sobre la calle justo en el punto coyuntural, un policleto platica con un compañero dando la espalda a la peregrinación, se mueve en su conversación y es un estorbo para las escoltas que tienen que dar vuelta, los muchachos parecen tener casi miedo de romper su formación, los niños pasan resueltamente casi golpeando al policleto (es evidente que él se da cuenta de que están pasando justo ahí); las escoltas llegan al punto donde comienza la alfombra rosa (marcador del espacio sacralizado para la visita de la virgen, que aún estaba en el mercado y no había pasado por ahí, por lo que nadie más podía pasar), al principio desconcertadas, casi la pisan;  después de tres o cinco minutos las dos primeras escoltas hacen una formación de columna e ingresan al mercado. {...}

Las demás escoltas y el nutrido grupo de mujeres-niñas se desintegran.

La posición en la que me encuentro ahora me permite ver la placa del policleto americanista, en efecto, es el mismo "CICLO 110" que recibió la silbatina, quién sabe qué tiene contra todo esto, pero casi parece "personal".

Hay un ruido extraño que parece venir del segundo piso del mercado, como de truenos, no se ve la procesión {...} pero desde abajo alcanzo a ver algunos locatarios que, emocionados comienzan a tronar los globos que están a su alcance, con sonrisas en la cara y, repentinamente, dejan de hacerlo; ésos eran los "truenos".

De las bocinas del mercado salen multiplicadas en fuerza palabras como de sermón de misa especialmente elaborado para la ocasión, hablan de la necesidad de seguir un culto rtodoxo a "la vida y no a la muerte" (¿será en contra de las prácticas de la zona alta del mercado? ¿será una crítica a la adoración de la "santa muerte"?), de la familia y la cohesión social por medio de la religión, vale decir, la católica.

El mercado abre un espacio, el de la esquina de Hidalgo y Zaragoza, la zona de las flores. La entrada que está sobre Hidalgo, en el lugar donde se divide la venta de flores y la venta de ropa, sigue cerrada.

Ese pasillo de las flores se distingue por unos arcos, del tipo de los antes mencionados,pero más elaborados y adornados con flores más caras: rosas, lilys  y otras; las personas, que ahora pueden pasar por ahí, las observan y algunos toman rosas a la vista de los floristas.

La calle de Zaragoza es limpiada por secciones de 10 ó 15 metros, lo cual señala posibles límites relacionales y organizacionales.


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